Ten un motivo, una meta. Es más importante de lo que crees. Un motivo es mil veces mejor que cualquier motivación. De hecho, la motivación nace gracias a tener un motivo. No importa si es a largo plazo. Lo importante es tener metas que te lleven hacia él. Un objetivo que no importa si se pierde en el tiempo, pero sigue estando presente en ti. Cuando tienes un motivo, tienes fuerza, tienes dirección, tienes un camino que recorrer. Evidentemente cada uno tiene que tener un motivo que realmente sienta. Cuanto más poderoso sea el motivo, cuanto más lo sientas en ti, más ánimos sentirás. Sin duda hay personas que valoraran tener motivos materiales por mi parte creo que son más poderosos aquellos que son emocionales. Aunque a veces más confusos. Algo material es algo que puedes tocar palpar y medir. Cuando el motivo es emocional puedes llegar a obsesionarte en la diversión que produce la búsqueda. Puedes perder el rumbo, puede que tengas el objetivo al alcance de tu mano y no darte cuenta; eso podría llevarte a seguir buscando sin fin. La ventaja de los objetivos materiales es que son muy definibles. La ventaja de los objetivos emocionales es que son más energéticos, tienen más poder de influenciarte hacia adelante. Tal vez os lie un poco más, aunque mi intención es ayudaros con esta anécdota que cuenta John Lennon: “Cuando fui a la escuela, me preguntaron que quería ser de mayor. Yo respondí: “feliz”. Me dijeron que yo no entendía la pregunta, y yo les respondí que ellos no entendían la vida”. Espero esto os ayude a entender a lo que me refiero. Este sería un ejemplo de un motivo emocional. Si queréis un ejemplo de motivo material podéis buscar información sobre el famoso actor Jim Carrey y un cheque imaginario que se extendió el mismo por 10 millones de dólares. Según el mismo cuenta, eso le ayudo a conseguir lo que quería. Sea cual sea tu motivo si es poderoso para ti, te llevara a donde quieres llegar. Lucha por él y persigue tu sueño. Pero recuerda el destino no es lo más importante sino el viaje.