A veces las personas cambiamos de forma de ser, ya sea de forma voluntaria o involuntaria. Voy a hablaros ahora de mi experiencia personal, por si alguien ha vivido una situación similar y pueda servirle de algún modo. En mi caso, la salud me ha cambiado como persona. Física y mentalmente. Físicamente no puedo hacer las mismas cosas que hacía antes y mentalmente soy un poco más lento. Decía hace unos días en la televisión que “para que la gente se pueda imaginar un poco lo que me ha sucedido, piense que un día te vas a dormir y cuando te levantas es como si tuvieras el mismo cuerpo, pero 40 años más. Durante muchos meses solo he hecho que lamentarme por no volver a ser el que era, porque me sentía orgulloso. El hecho de mirar constantemente quien era no me dejaba avanzar y me hacía sentir triste. Rememorando a Darwin, “no es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que mejor se adapta”.

Me ha costado muchísimo adaptarme (que no conformarme) a mi nueva persona. He empezado a mirarlo todo desde otra perspectiva. Exteriormente no se me nota nada, simplemente la gente que me conozca ahora pensará de mí que soy una persona pausada, que habla lento como forma de expresión. En definitiva, me verá como una persona calmada. Como no puedo cambiar de momento mi nuevo yo, he decido explorar las nuevas posibilidades que me ofrece ahora la vida. Tengo que enfrentarme a ella sabiendo que no podré realizar mi profesión. Tengo que enfrentarme a ella con una edad adulta, pero como cuando tienes entre 16 y 18 años, en la que te planteas qué querrás hacer con tu vida. No sé si volveré a conseguir recuperar mi salud para volver a ser el que era, pero después de casi dos años, solo hay un camino, y es, por una parte mejorar y por la otra adaptarse. Así que con esto solo quiero deciros que, ante los imprevistos de la vida, adaptarse es la forma más rápida de superar cualquier cosa, y eso no supone rendirse. Solo supone sobrevivir.

Juan Juncosa