La relación médico paciente ha ido cambiando a lo largo de la historia, teniendo connotaciones éticas, filosóficas, psicológicas y sociológicas de tipo profesional, cuya finalidad es promover, prevenir, acompañar y restablecer la salud.
La relación médico paciente es la piedra angular del acto médico.
Existen valores tan comprometidos como respeto, confianza, confidencialidad, empatía, esperanza, fe, fortaleza frente a cualquier contrariedad en la salud.
La habilidad comunicativa es la clave en un buen entendimiento en la relación interpersonal que se genera siendo una competencia básica en la formación médica.
Esta comunicación es una participación mutua, recíproca, que han de establecer médico paciente, para conseguir una exitosa entrevista clínica.
Comunicar, etimológicamente, tiene su origen en el término latín “communicare” (1438) y significa compartir.
En la entrevista clínica es importante un buen entendimiento en la interpretación del lenguaje, puesto que el lenguaje médico es muy técnico. El objetivo del médico es explicar lo más claro posible para quitar toda clase de barreras comunicativas.
Esta comunicación expresa sentimientos y emociones de nuestra fisiología y de nuestro aspecto psíquico. Muchas veces expresadas de manera verbal, en la que el paciente nos comunicará sus preocupaciones de lo que está viviendo, haciendo partícipe de su miedo y fortaleza respecto a esa consulta o enfermedad.
Otras veces, esa comunicación se hace de manera extra verbal o no verbal, en la que por medio de gestos, expresión facial, gesticulación de manos, tono de voz, etc. mediante la observación, nos comunica de manera inconsciente su estado físico, anímico y emocional.
La comunicación corporal o no verbal, es mucho más importante que la que se transmite de forma hablada o verbal. Por ello, se ha de ser conscientes en esta observación, porque suele representar 55% del mensaje transmitido, ampliando ese porcentaje en un 93% si añadimos el lenguaje paraverbal (silencio, entonación, énfasis que nos transmita el paciente).
Las pruebas instrumentales son muy útiles en esta complementariedad de la historia clínica o anamnesis, que serán un buen apoyo en el futuro diagnóstico, en la prevención y tratamiento. El respeto y la tolerancia hacen manejar y sobrellevar situaciones que se presentan, y que requieren empatía, haciendo de la compresión un valor necesario para el mejor entendimiento y confianza del paciente.
La empatía que significa “sentir dentro”, entender las experiencias del paciente, nos induce a ser más concientes del paciente, de sus vivencias y proceso de enfermedad, a “entenderlas y a entenderlo” respectivamente.
La empatía tiene tres componentes: uno a nivel cognitivo (que implica atención, observación y conocimiento); el segundo componente es el entendimiento (entender al paciente en todos sus aspectos, así como importante, también transmitir que hemos entendido al paciente para mantener un buen hilo comunicador, darle seguridad y confianza, se sienta reconfortado y valorado; el tercer componente de la empatía es la comunicación.
Es de suma importancia la percepción de situaciones de inquietud, ansiedad del paciente por la preocupación propia, que la enfermedad genera en muchas ocasiones, que influye determinantemente en el “feedback” de la comunicación médico paciente, de tal forma que requiere una habilidad para interpretar estos estados emocionales, es entonces, cuando la escucha activa recobra un protagonismo vital junto con la atención centrada en el paciente. La importancia de mirar al paciente, hace que se recoja más información, se transmite interés en lo que nos dice y en cómo lo expresa, nos implicamos más y hay más EMPATÍA.
Ser más empático determinará una mayor participación mutua, además de una fluidez en la transmisión de la información, más implicación en el acompañamiento del paciente, una mejor precisión en el diagnóstico y mayor adherencia al tratamiento, sobre todo en enfermedades crónicas.
Esa colaboración debe ser mutua para que sea efectiva, contribuyendo
a estrechar el vínculo de la relación entre médico paciente, en la que ha de haber un consenso ( se logra disminuir conflictos ) una actitud de comprensión, de respeto y de acuerdos, teniendo en cuenta las expectativas y la planificación en común de los futuros cuidados y tratamientos.
Muchos son los valores participativos en ese vínculo como el respeto, la lealtad, fidelidad y valores morales ante las dificultades que nos lleva a una actitud más compasiva, humana y comprometida hacia el paciente plena de responsabilidad basándose dicha relación en principios médico legales.
Por tanto, para resumir, como decía Laín Entralgo, la empatía en la relación médico paciente, es saber ponerse en el lugar del otro, sentir como siente esa misma persona, disposición en ayudarle cuando se enfrenta a dificultades, así como la importancia de una buena comunicación.
Si aprendiésemos a vivir en la piel del otro y mirásemos a través de sus ojos, sería la mejor MEDICINA y la MÁS HUMANIZADA.
Dra. ESTHER ÁLVARO.
Lcda. en MEDICINA Y CIRUGÍA .
MEDICINA INTEGRATIVA.