La hipertensión arterial es una patología crónica, debido al aumento de niveles de la presión arterial de forma permanente, prolongada en el tiempo y constante.
Se define por presión arterial, a la presión de la sangre que golpea las paredes de las arterias en cada latido del corazón, para que lleven sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo.
Es una de las afecciones más frecuentes que se ve en consulta, muchas veces se detecta de manera rutinaria, siendo un hallazgo casual. Es asintomática, no presenta sintomatología aparente, pero sino se trata puede desencadenar complicaciones muy graves cardiovasculares, isquemia cardíaca o infartos de miocardio, ictus cerebral, derrames o hemorragias cerebrovasculares.
La hipertensión arterial es la causa principal de hipertrofia ventricular, hace trabajar con más intensidad al corazón, llevándolo a una sobrecarga de grosor y a una dilatación, que lo conduce a una insuficiencia cardíaca de causa hipertensiva.
La hipertensión, además, puede provocar rupturas de pequeños vasos capilares ocasionando retinopatías y debilitamiento en la pared arterial produciendo aneurismas.
Es de vital importancia su prevención. Aunque se piensa que es una enfermedad propia de la población adulta, también se puede encontrar en niños, por lo que es aconsejable tomar la tensión a partir de los 3 años de edad, en niños sanos y asintomáticos. Es, actualmente, uno de los problemas de salud creciente en niños y adolescentes.
Se considera un valor normal de tensión arterial en adultos una sistólica cuando oscila entre valores de 80 mmHg y 120 mmHg. Y niveles de tensión normal diastólica cuando oscila entre valores de 60 mmHg y 80 mmHg.
La presión máxima o presión sistólica (PAS) es la presión obtenida en cada contracción del corazón, (concretamente, es la contracción de la aurícula que inyecta la sangre hacia el ventrículo).
La presión mínima es la presión diastólica es la presión en cada relajación del latido cardíaco, (contracción del ventrículo y eyección de la sangre).
La medición alta de la presión arterial, puede aumentar a lo largo de los años, siendo generalmente más alta en el hombre que en la mujer, aunque condiciones hormonales (anticonceptivos orales, terapia hormonal sustitutiva y menopausia) hace que pueda provocar un aumento de la tensión arterial.
Entre los factores predisponentes para padecer una elevación de la tensión arterial son:
– Ser fumador, el tabaco aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca. El efecto tóxico de la nicotina sobre el endotelio de la pared arterial desencadena una respuesta inflamatoria. Dejar de fumar hace que disminuya el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.
– Consumo de sal, recomendar una dieta sana y equilibrada, con restricción de la sal desde la infancia.
Reducir el consumo de platos procesados y precocinados donde hay, normalmente, mayor contenido de sal. Es aconsejable reducir la sal a menos de 2 a 3 gramos al día. Menor consumo de carnes rojas que aumenten las grasas saturadas que provocan un aumento del colesterol malo LDL, por tener lipoproteínas de baja densidad que hacen aumentar las placas de ateroma o acúmulo de colesterol en la pared de la arteria, provocando un engrosamiento y endurecimiento del endotelio de la arteria, aumentando la hipertensión arterial. Aumento en alimentos que contengan potasio (frutas y verduras) porque interviene en la excreción de sodio.
Reducir bebidas excitantes, el consumo de café, que hacen elevar la tensión arterial.
–Sedentarismo, la falta de ejercicio físico regular hace aumentar la tensión arterial. Recomendar caminar a buen ritmo al menos treinta minutos al día es una manera de quemar calorías y de mantener sano nuestro corazón.
–Obesidad, el sobrepeso, es otro factor de riesgo que puede hacer aumentar la tensión arterial. Se aconseja perder peso par reducir el Síndrome metabólico para controlar la hipertensión y otras enfermedades como la Diabetes.
–Consumo de alcohol, eleva la tensión arterial además de ser dañino, provoca muchas patologías para el corazón y otros órganos.
–Niveles altos de estrés, el ritmo de vida al que se está sometido y se mantiene en el tiempo.
La importancia de seguir unos buenos hábitos de vida, de manera cotidiana, hace que se pueda prevenir el riesgo de sufrir patologías cardiovasculares. A pesar de tener aumentada la tensión muy pocas veces produce sintomatología, aunque, a veces, nos puede avisar con signos de alarma, que será motivo de urgencia y consulta con el médico:
-Mareos, visión borrosa y alteraciones visuales.
-Dolor de cabeza intenso.
-Epistaxis o sangrados de nariz, por rotura de capilares de manera espontánea, sin sufrir golpes ni traumatismos.
-Sensación de náuseas y vómitos.
-Adormecimiento de dedos, extremidades o cara.
-Dificultad para respirar y sensación de falta de aire.
-Alteraciones en el comportamiento, confusión.
-Problemas de memoria.
Hay situaciones que, sin embargo, nos puede hacer variar la presión sin ser hipertenso, en la práctica de ejercicio físico aumenta la tensión arterial, como también lo hace ante situaciones de estrés puntualmente, en cambio disminuye la tensión/ hipotensión, durante el sueño y en cambios posturales (ortoestatismo tras estar sentado o acostado)
Algunas medicaciones pueden elevar la tensión arterial, analgésicos AINES, corticoides, descongestionantes nasales, antidepresivos tricíclicos, que serán advertidos por su médico.
Enfermedades como la Diabetes Mellitus, nefropatías, glomerulonefritis, etc, dislipemias, apneas del sueño, patologías de paratiroides, alteraciones de las glándulas suprarrenales, feocromocitoma, S. Cushing, tienen una estrecha relación con la población hipertensa.
La prevención con pequeños hábitos saludables cotidianos desde la infancia, hacen tener buenos hábitos de vida en la edad adulta.
DRA. ESTHER ÁLVARO
LICENCIADA EN MEDICINA Y CIRUGÍA.
MEDICINA INTEGRATIVA.