Se calcula que en estos momentos cerca de 300 millones de personas practican yoga en el mundo, alrededor de 1.600.000 en España, con un número total de entre 200 y 300 tipos/estilos. Hay un flujo continuo de nuevas publicaciones al respecto, lo que ha hecho que muchas librerías y bibliotecas cuenten con una sección específica de yoga. Todas estas cifras siguen creciendo, lo que significa que se trata del auge más importante del yoga desde sus inicios, que datan como mínimo de 3.000 años.
Pero, ¿qué es el yoga? ¿Qué ha sido capaz de generar este movimiento social? Y lo que es más importante para el lector, ¿cómo elegir qué yoga hacer entre esta ingente oferta?
Atendiendo a la definición clásica, yoga es “samadhi”, entendiendo este último concepto como un estadio de meditación. Así, el yoga pretendería ser un estado en el cual el sujeto que lo practica entra en un estado mental determinado que le permite una conexión con el “sí mismo”, o si lo preferimos, con su naturaleza esencial, convirtiéndose en un estilo de vida.
Está claro que este no es el objetivo mayoritario en la actualidad, ni de los practicantes ni del profesorado. Y el yoga que en un tiempo era un nombre propio, ahora se ha convertido en un apellido, de los muchos hijos que tiene, muchos de los cuales ya no guardan ninguna o escasa relación con la definición inicial.
No podemos describir aquí la múltiple cantidad de tipos de yoga, pero sí agruparlos por categorías motivacionales, entendiendo motivación como aspectos personales y situacionales que intervienen en la elección de la conducta y el mantenimiento de la misma, con el fin de alcanzar una meta u objetivo.
El yoga como forma de salud o terapia
Posiblemente esta sea la principal motivación que a muchas de las personas les impulsa a practicar el yoga, abalado por distintos estudios médicos que certifican sus propiedades beneficiosas, tanto a nivel físico como mental. Normalmente, tanto quien ofrece como quien busca este tipo de yoga carece de pretensiones espirituales, y su interés principal es la recuperación o el mantenimiento de su salud. Podemos encontrar clases heterogéneas, formadas por personas con pretensiones pare/cidas, dolores de espalda, estrés, etc., y también clases homogéneas, usualmente formadas por colectivos con necesidades especiales. También son usuales las clases particulares con el fin de personalizar el trabajo al practicante y adecuarlo a sus necesidades terapéuticas.
El yoga como actividad de ocio, deportiva o estética
Aunque para los ortodoxos del mundo del yoga esto no debería de denominarse yoga, puesto que para esta motivación es una actividad más en el tiempo libre, cuyo objetivo final es tener nuevas sensaciones y/o relacionarse con personas afines, todo ello contrario a la filosofía clásica del yoga; sin embargo, lo cierto es que existe una gran y creciente oferta de este tipo, que propone, sin otra aspiración, un yoga tipo gimnasia dulce, con fines de mejorar, mantener joven el cuerpo o adelgazar.
El yoga como complemento de otra actividad
Aunque con mucho menos alcance, dada su especialización, el yoga se ha visto vinculado a diversas actividades como ayuda de las mismas. Este ha sido el caso del arte, el espectáculo, el deporte de élite, etc. La mayoría de los profesores de yoga que imparten clases para estos colectivos suelen estar vinculados a ambas actividades; dicho de otra forma, suelen ser ellos mismos practicantes de yoga además de cantantes, músicos, pintores, etc.
El yoga como autorrealización y con fines espirituales
El yoga como tal, aunque conlleve los beneficios de las anteriores motivaciones, fue descubierto con el fin de conseguir una emancipación espiritual, una unión con uno mismo y con el cosmos. Actualmente, también se puede encontrar un tipo de yoga que encaje con esta motivación. Sin embargo, es preciso entender que un yoga enfocado hacia este camino no tiene por qué ser únicamente mental, o canto de mantras, sino que podemos encontrar algunos muy físicos con este mismo objetivo, aunque partan de la premisa de trabajar con el cuerpo y la energía que este encierra. Para distinguirlo de las otras motivaciones, podríamos decir que tiene prácticas destinadas a la interiorización y que presenta enseñanzas filosóficas propias del yoga, dicho de otra forma, además de la práctica, suele haber cierto estudio que permite comprender y ayuda en la autorrealización.
Atendiendo a los distintos tipos de motivación, es preciso comprender que para distinguir si un yoga responde a una motivación u otra, no debemos hacerlo solo por su denominación, por ejemplo, Hatha Yoga, ni tampoco por el perfil del centro donde se realice (gimnasio, centro cívico, estudio de yoga), aunque esto último suele ser más definitorio, sino que lo que realmente nos permite ver el enfoque motivacional suele ser la propia descripción de la actividad o la explicación que nos pueden dar en cada centro. Una buena forma de distinguirlo es realizar una clase de prueba que nos permita vivenciar la actividad, y si hay dudas, hacer preguntas. Claro está que primero hay que ser honesto con uno mismo y con cuál es la autentica motivación por la que se quiere hacer yoga.
Marc Juncosa
Director Centros Narayana