El concepto de comercio de proximidad se contrapone a las grandes superficies comerciales, apostando por un trato más personalizado y humano de atención al cliente. Como analogía, sería lo que antaño conocíamos como tiendas de ultramarinos, esos establecimientos pequeños donde se compraba a diario y el vendedor aconsejaba sobre el producto.
Así pues, eran espacios donde se entablaban charlas entre vecinos de barrio y donde encontrabas productos locales. Eran entonces, puntos de encuentro donde se fomentaba la cohesión social y se protegía el tejido empresarial de la zona cercana, por consiguiente este tipo de comercio incentivaba la economía local.
Hay grandes razones para seguir practicando este tipo de comercio, como cuidar el medio ambiente, ahorrando en combustible y en transporte público al no tener que hacer grandes desplazamientos para adquirir el producto. Además, se colabora con personas agricultoras y ganaderas cercanas, que son las que abastecen estas tiendas.
Asimismo, puedes encontrar productos únicos cultivados o producidos en tu propia comarca, sin necesidad de suministrarte de género importado.

Otro de los considerables beneficios que nos aporta este tipo de comercio es el no dejarnos seducir por artículos innecesarios, tal como ocurre cuando visitamos un centro comercial y nos sentimos cautivados por la gran cantidad de productos diversos que ofrece. En el comercio de proximidad, nos asesora una persona conocida y compramos lo que necesitamos y nos ayudamos todos recíprocamente. Todos resultamos favorecidos si apostamos por esta práctica.